sábado, 26 de febrero de 2011

Baraka



Baraka nos presenta claramente una serie de interrelaciones en donde podemos notar la interferencia y apropiación del espacio por el hombre, en donde este evoluciona por sus propias acciones. El cual hace del espacio uno exclusivo en donde cree tener el derecho sobre el espacio colectivo al cual pertenecemos todos y todas. El  hombre es el único ser espiritual que habita la tierra, y que se ha olvidado de su condición gracias al desarrollo y capitalismo, ya que hoy vive en un mundo contemporáneo del neoliberalismo secular y agnóstico que genera la alienación entre los seres humanos. Es por esto que se nos muestra un recorrido por las diversas religiones y ritos que habitan el planeta y las perfecciones que a partir de ella se han logrado.

La naturaleza, aún esta libre de la intervención humana, de aquella rutina de la civilización, de grandes construcciones, desertificación de los suelos y la sobre explotación de los recursos. Los paisajes se destacan como grandes maravillas para los sentidos humanos en donde estos pueden desarrollarse a su punto máximo entre el ruido natural de las cataratas, la gama de colores rojizos y cafés de las montañas desérticas, y la cantidad de verdes que podemos notar en las planicies africanas.

Para luego viajar y sobrevolar la gran ciudad en donde nadie se da cuenta de su paso. nos muestra una gran avenida con una cantidad de automóviles con velocidades exasperadas, con personas que van de un lado para otro, en donde el espacio social se transforma en un  espacio de consumo, en donde el crecimiento demográfico se convierte en el mal de la sociedad. Es por esto que se dejan de ver la simplezas de la vida creándola mas difícil y olvidándonos de lo superficial que somos, la ciudad se revela como muchedumbres a través de sus miedos, estigmas y represiones. Podemos notar un monje budista que camina lentamente, meditando, por una calle llena de transeúntes mientras que el va lentamente tocando una campana olvidando el ajetreo que lo rodea, en medio del caos y el quehacer que el sistema nos impone.

El recorrido por la gran ciudad nos deja ver la aglomeración de la población creando un impacto visual y en las vidas de cada ser, a tal punto que se nos deja entre ver subliminalmente como animales de experimentación, de este gran sistema neoliberal que se apropia cada vez mas de nuestras vidas y espacios, cegándonos del mal que estamos causando.

El mensaje que recibí de la película es que aún es posible recapacitar y hacer entender a la gente que cada piedra que movemos, cada nueva construcción que realizamos, cada papel que botamos en los basureros, repercute y configura nuestro espacio, hundiéndonos poco a poco en la agonía de desechar la multiplicidad de posibilidades de constituirnos como seres naturales respetuosos de nuestro entorno.